texto curatorial
Curador Javier Villa
Nuevo mundo
Emilio Pettoruti | Xul Solar
A un siglo de la primera irrupción de la vanguardia en Argentina.
Pasaron exactamente 100 años desde aquella irrupción iniciática que encendió la mecha para que estalle el arte moderno en la Argentina. Los protagonistas fueron dos grandes amigos: Emilio Pettorutii y Xul Solar, quienes, en julio de 1924, decidieron volver juntos a la querida Patria, como así la llamaban en sus misivas. Las cartas entre ambos dejan en claro que el regreso era un deseo que nunca menguaba, como también una posibilidad siempre latente. El plan congeniado era exhibir juntos ni bien llegaran a Buenos Aires, y dar pelea. Pero, finalmente, fue la mítica y polémica exhibición individual de Pettoruti en el Salón Witcomb, con la defensa intelectual y pugilística de Xul Solar y el grupo literario que se concentraba en torno a la revista Martín Fierro, la punta de lanza o el ojo del incipiente huracán que empezó a desatar esa fuerza centrífuga capaz de cambiar para siempre el modo de mirar nuestro mundo y representarlo.
Con la certidumbre de que la sociedad no debería olvidar esta efeméride centenaria, junto a la Fundación Pettoruti y la Fundación Pan Klub, Del Infinito decidió rememorar y reinterpretar -desde el desparpajo y la rebeldía que demanda un homenaje de este calibre- a ese momento fundacional y transformador para la historia del arte local.
Con curaduría de Javier Villa, la exposición narra la historia de dos amigos íntimos, cuyos caminos estaban predestinados a entrelazarse. Como si se tratase de los inicios prehistóricos de una cadena de ADN de la pintura local, las aventuras europeas de Xul Solar y Pettoruti parecen cruzarse y distanciarse, pero nunca alejarse demasiado para así volver a acercarse. En ciertas ciudades vivieron juntos, en otras vacacionaron. Vendieron obras en la calle como método de supervivencia. Se auto-organizaron exposiciones y se escribieron críticas cruzadas para apoyarse entre sí. Compartieron veladas hasta el amanecer discutiendo sobre los temas más variados, ya sea solos o con los grupos vanguardistas de turno. Disfrutaron y entendieron la visión del otro a pesar de las diferencias. Volvieron en el mismo barco porque sabían que el deseo de construir un nuevo mundo es solo posible empujándolo juntos.
El diseño expositivo de Nuevo mundo fue inspirado por las arquitecturas laberínticas de Xul Solar y el juego entre planos plenos y diáfanos que Pettoruti aplicaba para investigar la luz. La historia es contada a partir de compartimentos o bloques que, si bien se encuentran claramente delimitados, mediante paredes traslúcidas se van entrelazando para generar tanto contaminación como continuidad entre las ideas de ambos artistas, sus obras y el paso del tiempo. La muestra presenta más de 50 piezas, algunas claves y ya emblemáticas en la historia de cada uno de los artistas, otras que se han visto poco e incluso algunas que serán inéditas para los ojos del público.
Los bloques narrativos recuperan tres momentos del periplo Europeo. El primer encuentro y la venta callejera de pequeños paisajes para garantizar la supervivencia. El acontecer del quiebre vanguardista que abre un nuevo portal en cada una de sus prácticas, siendo el de Pettoruti en sus inicios del viaje (1913-14) ante el impacto del futurismo y el de Xul Solar al final de esa aventura (1924) cuando conoce a Aleister Crowley y comienza a utilizar el método de la clarividencia para llegar a sus visiones y los San signos. Por último, el tercer bloque europeo recupera el paisaje añorado desde la distancia, que provocará evoluciones tanto formales como simbólicas: en el caso de Pettoruti en relación a los bosques de La Plata y en el caso de Xul Solar sobre las edificaciones y la naturaleza del Tigre.
Un cuarto bloque enfrenta tres piezas imponentes de ambos artistas luego de 20, 30 y hasta 40 años después del regreso a la Argentina. La Farfalla de Pettoruti es un emblema del período final del artista cuando retorna a Europa y vuelve a la abstracción inspirada por la naturaleza, bajo una búsqueda de transformación formal más espiritual o, al menos, meditativa. En el caso de Xul Solar, tanto 7 Rishis como el Pan Tree son obras que marcan el proceso y culminación de la maduración mística del artista.
La exposición termina donde todo se inicia, con un bloque que reconstruye de forma peculiar la exposición de Pettoruti en el Salón Witcomb, como también las polémicas que incitó en la prensa y los debates incendiarios entre las diversas facciones del arte, que muchas veces terminaba con batallas físicas e intelectuales. Esta reconstrucción se realizó a partir de las fichas originales con las que el mismo Pettoruti comenzó a organizar su propia historia y carrera; hoy en día uno de los corazones del archivo que cuida la Fundación Pettoruti. Se exhiben unas veinte fichas de obras que, basados en la investigación, sabemos con certeza fueron exhibidas en Witcomb. A su vez, se presentan tres tintas originales de naturalezas muertas, muy similares a las obras de aquella época. Alrededor de estas mesas y observando la exhibición, una serie de 12 dibujos nunca exhibidos de Xul Solar encarnan el papel de espectadores y grupos en pugna. El espacio se transforma así en un híbrido entre la sala de exhibición y el bar, ring donde se dirimían las controversias suscitadas por la irrupción de la vanguardia en la escena porteña.
Nuevo mundo
Emilio Pettoruti | Xul Solar
Curador Javier Villa
A un siglo de la primera irrupción de la vanguardia en Argentina
Pasaron exactamente 100 años desde aquella irrupción iniciática que encendió la mecha para que estalle el arte moderno en la Argentina. Los protagonistas fueron dos grandes amigos: Emilio Pettorutii y Xul Solar, quienes, en julio de 1924, decidieron volver juntos a la querida Patria, como así la llamaban en sus misivas. Las cartas entre ambos dejan en claro que el regreso era un deseo que nunca menguaba, como también una posibilidad siempre latente. El plan congeniado fue exhibir juntos ni bien llegados a Buenos Aires, y dar pelea. Pero, finalmente, fue la mítica y polémica exhibición individual de Pettoruti en el Salón Witcomb, con la defensa intelectual y pugilística de Xul Solar y el grupo literario que se concentraba en torno a la revista Martín Fierro, la punta de lanza o el ojo del incipiente huracán que empezó a desatar esa fuerza centrífuga capaz de cambiar para siempre el modo de mirar nuestro mundo y representarlo.
Nuevo mundo narra la historia de dos amigos íntimos cuyos caminos estaban predestinados a entrelazarse. Como si se tratase de los inicios prehistóricos de una posible cadena de ADN de la pintura local, las aventuras europeas de Xul Solar y Pettoruti parecen cruzarse y distanciarse, pero nunca alejarse demasiado para así volver a acercarse. En ciertas ciudades vivieron juntos, en otras vacacionaron. Vendieron obras en la calle como método de supervivencia. Se auto-organizaron exposiciones y se escribieron críticas cruzadas para apoyarse entre sí. Compartieron veladas hasta el amanecer discutiendo los temas más variados, ya sea solos o con los grupos vanguardistas de turno. Disfrutaron y entendieron la visión del otro a pesar de las diferencias. Hace 100 años, volvieron en el mismo barco porque sabían que el deseo de construir un nuevo mundo es solo posible empujándolo juntos.
El diseño expositivo de Nuevo mundo fue inspirado por las arquitecturas laberínticas de Xul Solar y el juego entre planos plenos y diáfanos que Pettoruti aplicaba para investigar la luz. La historia es contada a partir de compartimentos o bloques que, si bien se encuentran claramente delimitados, mediante paredes traslúcidas se van entrelazando para generar tanto contaminación como continuidad entre las ideas de ambos artistas, sus obras y el paso del tiempo.
La continuidad de los bosques
Las primeras obras realizadas en Europa, que se conocen de Xul Solar, son unos pequeños paisajes de 1913 hechos con acuarela sobre papel. En su mayoría se trata de bosques o árboles cuyo posible destino era la venta callejera para lograr cierta subsistencia económica. Pettoruti también pintaba paisajes arbolados con este fin, en paralelo a sus composiciones abstractas influenciadas por la visión futurista. Como el paisaje de Zoagli de 1916, pueblo italiano donde vivían la madre y la tía de Xul, que pintó en el primer verano que pasaron juntos. O como los árboles de una pequeña calle de pueblo sobre el plano que ocupa Pettoruti dentro de la única obra bifaz compartida entre ambos amigos.
Estas incursiones en la naturaleza no deben apreciarse sólo como una especulación comercial, sino que fueron parte de los temas iniciáticos en la obra de ambos artistas; tema que tendrá su carga simbólica, sus evoluciones y desarmes durante el período europeo, y un retorno tan cíclico como transformador hacia el final de sus vidas. Son paisajes que podrían emerger de la mezcla entre los habitaron en Europa y el paisaje local añorado y retenido en algún lugar de la memoria. Para Pettoruti, la nostalgia de los árboles del bosque de la Plata lo acompañará en cada tela, como él mismo aseguró en su autobiografía. Para Xul Solar, el Tigre es un lugar en el mundo que une su infancia y su vejez, donde proyectó un bosque como último deseo en vida.
Portales
En paralelo a estos paisajes naturales y figurativos, el siguiente bloque se concentra en el acontecer del quiebre que abre un nuevo portal en cada una de sus prácticas. El de Pettoruti ocurrió en los inicios de su viaje (1913-14) ante el impacto del futurismo. “Lo que más me obsesionaba era la idea del movimiento; de ahí que fuera día tras día a visitar la insólita exposición con la esperanza, siempre defraudada, de captar ese movimiento que yo no veía (…) Hice numerosos dibujos, buscando que tradujeran el movimiento y la velocidad, como yo los sentía. Tras mucho hacer y mucho romper fue recién a mediados de 1914 que logré realizar algunas cosas que me tranquilizaron un poco (…)”. Los dibujos que menciona, parte de una serie aquí exhibida, pueden contarse entre los primeros ejemplos de una abstracción pura a nivel global, a pocos años de artistas como Kandinsky o Malevich, y sin dudas las primeras obras del género realizadas por un pintor argentino.
El quiebre de Xul Solar apareció al final de su aventura Europea (1924) cuando conoce a Aleister Crowley y se inicia en la clarividencia como método para llegar a sus visiones y los posteriores San signos. Según Patricia Artundo, Rezue es “la única obra de Xul que habla directamente de esta técnica -dato importante pues no hay otras conocidas o textos suyos que la expliquen. En ella, el artista-creador presenta a su doble astral sobreelevándose en vuelo, luego de haber atravesado la puerta, una pizarra en la que se encuentra dibujado el símbolo que constituye el punto de partida para la exploración”.
La Plata y Vallombrosa.
En 1917, a cuatro años de llegar a Europa, Pettoruti pinta los bosques de La Plata. La añoranza y centralidad que este paisaje concentra, tanto a nivel emocional como formal, queda asentada en su escritura: “Los colores y las formas que retuve cuando niño las llevé conmigo por dondequiera fuesen mis pasos y están en mis telas. Esta ciudad tenía plazas de un verdor incomparable y un magnífico bosque de eucaliptos donde el «birloche» de mi abuelo o nuestros caballos, retardaban el paso para respirar mejor el perfume de la fronda; bosque de ensueño que el vandalismo edilicio se encargó de devastar para amonedar la madera de sus árboles gigantes”. El motivo de uno o dos árboles en el centro de la tela, con dos o cuatro grandes ramificaciones, se repetirá a lo largo de esos años, en los cuales, al mismo tiempo, fragmenta planos y persigue la síntesis compositiva. Este nuevo camino formal surge de una mezcla particular entre las nuevas propuestas de las vanguardias, sobre todo el futurismo y el cubismo, su estudio de la enorme tradición clásica del arte italiano y el aprendizaje de oficios como los mosaicos y el vitreaux. Estos últimos, sobre todo, serán fundamentales en su investigación de la segmentación de planos y la búsqueda de una luz pictórica sólida y material, autónoma de la luz real, como aparecerá desde Vallombrosa en adelante.
No se trata necesariamente de un camino evolutivo directo, ya que va y vuelve de los bosques platenses a los italianos, de la figuración a la abstracción. Pero si es Vallombrosa, pintura que solo tiene dos versiones, un punto importante de llegada. “Mi temperamento aplomado buscaba otra cosa, que encontró su principio de ejecución, si no me equivoco, en algunos collages, en las primeras versiones al óleo de mis apuntes de Vallombrosa y en algunos dibujos”. La versión aquí exhibida fue presentada en su primera muestra individual de 1916, en la galería Gonnelli, bajo el título Foresta.
Tigre y el último bosque
En 1917, a seis años de llegar a Europa, Xul Solar pinta un paisaje de Tigre. Habiendo nacido en San Fernando, el Delta fue sin dudas un lugar añorado de la infancia. Hacia 1954, Xul tendrá finalmente su propiedad en Tigre que bautizó Li-Tao, donde se mudaría, casi de forma definitiva, a finales de la década 50. Si bien en su obra existen ciudades imaginarias de casas elevadas desde 1925, la numerosa serie de pinturas sobre proyectos para fachadas del delta comienzan ese mismo año de 1954. De 1958 hasta 1963, una de las actividades que le ocupó largas horas en su atelier de Li-Tao fue la realización de sus grafías, 237 pintura-escrituras que componen textos a ser descifrados por el lector o espectador. Algunas de estas grafías crecen como árboles o bosques, y se asemejan formalmente a los apilamientos arquitectónicos de sus fachadas del Delta.
En 1963 Xul Solar fallece en su casa del Tigre. Uno de sus últimos proyectos fue plantar un bosque alrededor de Li-Tao, que terminarían de hacerlo Lita y un grupo de amigos después de su muerte. La exposición comienza con los pequeños dibujos de bosques que realiza en 1913 (las primeras obras datadas en el catálogo razonado), posiblemente tomados al natural de Zoagli, Italia, donde vivían su madre y su tía. Concluye con su último proyecto, componer un bosque real en el paisaje donde decidió pasar el final de su vida.
Farfalla, 7 Rishis
En 1953, Pettoruti volvió a Europa donde vivió hasta su muerte, en 1971. Durante este último período, y después de casi tres décadas en la Argentina, retornó la abstracción generando un final circular en su carrera. La serie de Farfallas, entre otras, deja atrás temas urbanos como los músicos, arlequines o las copas y abre un espacio para que la naturaleza vuelve como inspiración compositiva y, por qué no, simbólica. El movimiento de transformación de las Farfallas es más armónico y meditativo que el concentrado y luego expandido por la energía radical y espiralada en sus dibujos de 1914. Es una transformación lenta, sedimentada y construida por los años de experiencia, y no una transformación a gran velocidad provocada por el impacto de lo nuevo. Ambos, sin embargo, son portales. En ambos hay un centro potencial; ya sea la apertura que provoca un punto de fuga abismal hacia el nuevo mundo o la luz como faro, o núcleo reconfortante del recorrido realizado.
7 Rishis, de Xul Solar, es también un portal. A diferencia de Rezue que narra visualmente el método de meditación y acceso a las visión del mismísimo Xul, esta obra representa la meditación colectiva de los 7 sabios del hinduísmo y su conexión con el Ser Supremo..Es posible que esta pintura, única por su escala, haya sido destinada para el contexto de un grupo iniciado en la meditación u orden hermética. Aquí, los 7 sabios parecieran estar empezando a desligar el plano astral de sus cuerpos materiales, mientras en el centro de la composición aparece un portal hacia el interior de la naturaleza, a diferencia del portal de símbolos que atraviesa Xul luego de aprender el método de meditación con Aleister Crowley antes de dejar Europa.
Pan tree
Las pinturas de Man plantas, Man trees o Androdendros que realiza promediando la década del 10 al principio de su práctica como artista, toman al árbol desde el simbolismo para hablar de lo humano (sus raíces y ramificaciones, sus frutos y su conexión tierra y cielo). El Pan tree, en cambio, es uno de los puntos más elevados en relación a su práctica como mago, que realizará al final de su vida y que toma el antropomorfismo como analogía para explicar conceptos espirituales, donde cada parte es componente de un solo organismo.
A partir de 1951 y hasta su fallecimiento Xul Solar realizó más de 100 Pan tree, en paralelo al resto de su producción, siendo el aquí exhibido el primero que aparece cronológicamente en el catálogo razonado de su obra. Según el propio Xul, su Pan- tree es una mejora del árbol de la vida de la Cabalá, adecuándolo al sistema astrológico; a los 10 Sefirots de la Cabalá le agrega dos esferas más, llevàndolo al sistema duodecimal y transformando los Sefirots (emanaciones o manifestaciones del Dios o Infinito) en símbolos de planetas. “El adjunto diagrama duodecimal astrológico, detalle del pan árbol ke es neo mejoría del árbol de vida cabalístico y ke kiere contener todas las cosas en orden cósmico, upa crece por números, ke coecan, en los círculos, a planetas en las plen líneas, al zodíaco y al dial por reloj por bihoras desde media noche, con el signo cánker como base, o doze. (Las puntilíneas son diversas escalas ordinales de cuerpos simples, sones, colores, etc.)”.
Witcomb – Bar
La exposición termina donde todo se inicia, con un bloque que reconstruye de forma peculiar la exposición de Pettoruti en el Salón Witcomb, como también las polémicas que incitó en la prensa y los debates incendiarios entre las diversas facciones del arte, que muchas veces terminaba con batallas físicas e intelectuales. El 13 de octubre de 1924 “Exposición Pettoruti” en Salón Witcomb presentó más de 80 obras, entre pinturas, dibujos, estudios, mosaico y bocetos para vitraux. La reconstrucción aquí presentada se realizó a partir de las fichas originales con las que el mismo Pettoruti comenzó a organizar su propia historia y carrera; hoy en día uno de los corazones del archivo que cuida la Fundación Pettoruti. Se exhiben unas veinte fichas de obras que, basados en la investigación, con certeza fueron exhibidas en Witcomb. A su vez, se presentan tres tintas originales de naturalezas muertas producidas antes de 1924, muy similares a las obras a las expuestas un siglo atrás. Alrededor de estas naturalezas muertas sobre mesas, y observando la exhibición, una serie de 12 dibujos nunca exhibidos de Xul Solar encarnan el papel de espectadores y grupos en pugna. El espacio se transforma así en un híbrido entre la sala de exhibición y el bar, ring donde se dirimían las controversias suscitadas por la irrupción de la vanguardia en la escena porteña.
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